Crítica: «Juego de Tronos» – Temporada 5 – Episodio 9

«La Danza de Dragones» («The Dance of Dragons»)

El sorprendente «Casa Austera» y este «Danza de Dragones» forman un díptico que actúa como brillante inicio y nucleo del tercer acto de la temporada. Un tercer acto, a falta del desenlace la próxima semana, destinado a congraciarse del todo con el sector del público que demandaba más emociones fuertes por encima de los afilados diálogos, las intrigas palaciegas y los movimientos políticos. Puede afirmarse de manera rotunda que «La Danza de Dragones» cumple con la sagrada tradición de la serie y no desentona con los anteriores novenos episodios de temporada en cuanto a espectacularidad y capacidad de sorpresa.

El capítulo más «español» en lo que a escenarios se refiere de toda la temporada comienza, paradójicamente, en tierras mucho menos cálidas con la llegada al Muro de la comitiva salvaje rescatada por Jon Nieve. Un grupo infinítamente inferior en número de lo esperado trás el devastador resultado de la batalla del episodio anterior. Sin dejar el norte, el campamento de Stannis Baratheon padece un ataque nocturno destinado a mermar un ejército ya de por sí extremadamente debilitado, debido principalmente a sus dificultades de adaptación a las extremas condiciones climatológicas. Una situación límite en la que Stannis solo contempla una solución posible, dando lugar a la escena más dura y cruel de la serie hasta el momento.

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No quiero ni imaginar lo que puede pasar por la mente de los muchísimos espectadores que se escandalizaron con la violación de Sansa después del episodio de hoy. Lo que es seguro es que a todos nos costará olvidarnos de esos gritos durante muchísimo tiempo. La polémica está servida y seguramente se debatirá largo y tendido sobre una escena con tal carga de horror, tanto en sí misma como en su preparación. «Juego de Tronos» supera de nuevo de sus límites yendo más allá después de habernos mostrado a Shireen como un personaje de una pureza absoluta, un ser completamente inocente enviado a la más innecesaria y dolorosa de las muertes por su propio padre. El mismo padre que removió cielo y tierra para librar a su pequeña de su letal enfermedad, sacrifica a su hija con la misma sangre fría con la que envía lejos al único hombre que hubiese dado su vida por impedirlo.

Ya comentamos que el factor religioso en su vertiente más fanática tendría una importancia capital en la vigente temporada y así ha sido, sin ningún género de de dudas.

Intentando recuperarnos del tremendo shock, la trama nos lleva a unas tierras Dornienses un pelín desaprovechadas. La que parecía que iba a ser una de las atracciones de la temporada ha resultado ser un escenario bastante más secundario de lo esperado y han sabido a poco los escasos minutos en pantalla de las Serpientes de Arena o el príncipe Doran Martell, que lejos de ser un regente blando se muestra como un gobernante sabio, magnánimo y verdaderamente temible cuando debe serlo, como queda de manifiesto en la escena en la que mete en vereda a la pasional Ellaria.

La trama protagonizada por Arya (de largo la más insulsa y aburrida de todas) sirve esta vez para ampliar el retrato de Ser Meryn Trant con sus repulsivas predilecciones sexuales, capaces de escandalizar a toda una madame pentoshi.

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Y por fin llegamos a Meereen. Trás disfrutar de la belleza del Real Alcazar de Sevilla, una majestuosa panorámica sobrevuela la plaza de toros de Osuna, transformada para la ocasión en la fosa de Daznak, reñidero mayor de la ciudad. Una arena de combate decorada con estandartes de la familia Targaryen cuyo funcionamiento bebe directamente de la antigua Roma y sus gladiadores y en la que Ser Jorah Mormont busca su última oportunidad de redención. La gran re-inauguración de las arenas de combate es también el momento elegido por los Hijos de la Arpía para lanzar su definitivo ataque.

Cuando todo está perdido, el terrorífico Drogon entra en acción para defender a su madre en la segunda escena de la temporada que pone sobre el tapete todos los recursos posibles en cuanto a efectos digitales. Un dragón verdaderamente imponente, aterrador y majestuoso que protege a Daenerys a base de fuego y dentelladas en un combate que finaliza con una de las imágenes más deseadas, por fín ante nuestros ojos. La última de los Targaryen surcando los cielos de Poniente a lomos de su fiel dragón se aleja de tanta violencia y sinrazón, posiblemente pensando «Ahí os quedáis. He hecho todo lo que he podido pero a vosotros no hay quien os gobierne». Todo ello ante una atónita mirada de Tyrion Lannister que es verdadero poema.

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Solo siete días para dar por cerrada una nueva temporada y comenzar el eterno periodo de espera hasta la siguiente. Será la décima y última review en la que podremos hacer un balance global y empezar a especular con lo que puede llegar en el futuro. Hasta entonces habrá tiempo de leer y comentar muchísimas cosas sobre esta jugosísima novena entrega.

Puedes seguir la quinta temporada de «Juego de Tronos» en Canal + Series.

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@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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