«Church in Ruins»
Venimos del que probablemente es el episodio más flojito de la temporada a pesar de contener bastantes nuevas pistas, consecuencia del reinicio de la investigación del caso principal. Sin embargo el cliffhanger final prometía la que podía ser una de las escenas más intensas y memorables de la temporada.
Sín ningún tipo de rodeo, «Church in Ruins» comienza en el punto exacto donde terminó «Other Lives», en una tensísima escena de miradas, silencios y frases lapidarias al más puro estilo Pizzolatto, que se transforma en un fascinante debate filosófico: «¿Yo te cree a tí o tú me utilizaste para ser la versión de tí mismo que realmente querías ser?». El deprimente bar es sustituido por un escenario mucho menos «noir», más hogareño y convencional, con los dos mismos hombres sentados a cada lado, café en lugar de bourbon y dos nerviosas manos ocultas bajo la mesa. Una de esas escenas perfectamente orquestadas para ofrecer un duelo actoral de categoría en la que Frank gana la pelea de gallos, controla la situación y sin embargo su seria amenaza final se torna en una inesperada declaración de vulnerabilidad con su última frase: «Puede que seas el único amigo que me quede».
Esa fantástica dicotomía del personaje es lo que está convirtiendo a Vince Vaughn en la gran revelación de esta temporada. Vaughn se muestra totalmente creible como gangster implacable y despiadado en las escenas del interrogatorio con tortura y la negociación en el piso de los traficantes, pero lo que da un tono especial y fascinante a su personaje son esos sinceros e inesperados toques de sentimentalismo, como queda magníficamente demostrado en la mencionada confesión a Velcoro, cuando muestra su repulsión ante el asesinato de la prostituta o en la magnífica escena en casa de la viuda de su sicario. Un regreso triunfal para un estupendo actor que nos había acostumbrado demasiado a su faceta cómica en los últimos tiempos y se vuelve a reivindicar con una actuación controladísima y un espectacular cambio de registro.
Si la actuación de Vaughn se basa sobre todo en la contención, la de Colin Farrell se construye a base de intensidad, moviéndose en un terreno al que está de sobra acostumbrado. Las mentiras tienen las patas muy cortas, mucho más cuando nos mentimos a nosotros mismos. De esta manera la versión renovada de Ray Velcoro, limpia, sobria y decidida a luchar por ser un buen padre ha durado poco y se ha derrumbado por completo. Asumiendo su condición y su naturaleza de manera desproporcionada, tenemos de vuelta al detective acabado y destrozado por dentro al que solo le queda consumar de una vez por todas su venganza contra el hombre que violó a su mujer y resolver el caso Caspere como redención y como motor vital.
Ya se atisba en el horizonte el final de la temporada y a la serie no le queda más remedio que apretar el acelerador. De esta manera, una vez exploradas las facetas familiares de Velcoro y Semyon, «Church in Ruins» se focaliza totalmente en la investigación. Contrariamente a lo que pensábamos, la cabaña descubierta por Bezzerides y Woodrugh no es el escenario donde Caspere fue mutilado y asesinado, ya que la sangre encontrada en su interior pertenece a una mujer. Agotada esta vía, Paul se encarga de seguir la pista de los diamantes azules y Ani se infiltra en una de las lujosas y exclusivas orgías para investigar, mientras Frank utiliza todos sus recursos en la búsqueda del disco duro, llegando a otra vía muerta por culpa de los peligrosísimos traficantes mexicanos que se han cruzado en su camino. Woodrugh descubre que los diamantes fueron robados en un sangriento atraco en el que dos niños fueron testigos, justo antes de prepararse junto a Velcoro para actuar como apoyo en la arriesgadísima misión de Ani.
Una sensación de extrema tensión y amenaza constante preside el magnífico clímax del episodio en el que Ani se hace pasar por prostituta y se introduce en la exclusiva fiesta por la que se dejan ver poderosas personalidades como el fiscal general del estado Richard Geldof, Osip Agronov o el presidente de Catalyst, Jacob McCandless. La droga con la que los organizadores se aseguran la completa disponibilidad de las chicas propicia que se nos revele un poquito más del origen del trauma sexual con el que carga la detective Bezzerides. Su subconsciente se muestra en forma de visiones sobre un inquietante hombre de frondosa barba e inquietante mirada. Precisamente ese aspecto hippie, su ropa, la furgoneta y esa textura cinematográfica de la visión sugiere abusos sexuales en su niñez y explicaría su completo rechazo a la comuna liderada por su padre.
Acompañando su alucinógeno viaje a través de la mansión, la escena de la fiesta sirve también para confirmar a Rachel McAdams en una interpretación muy por encima de las que componen su carrera hasta el momento, mientras que el personaje interpretado por Taylor Kitsch es el sacrificado en esta ocasión en cuanto a protagonismo. A pesar de no dedicar ni un segundo del episodio a profundizar sobre su caracter, Woodrugh resulta decisivo junto a Velcoro para que Ani abandone la fiesta con vida trás su calamitosa fuga en la que la detective hace uso de sus habilidades con el cuchillo, matando a uno de los encargados de la seguridad de la fiesta. Escapando por los pelos, dejamos esta semana a los protagonistas con unos documentos que pueden resultar decisivos para la investigación y con Vera Machiado, la chica desaparecida que Ani encuentra por casualidad en la fiesta, mientras conducen a toda velocidad hacia un horizonte presidido por la luna llena directos al penúltimo episodio, antesala de la season finale.
Por cierto, para los que os guste este tipo de detalles la pieza musical de corte clásico que suena durante toda la escena de la mansión, acentuando el ambiente tenso e insano, pertenece al segundo movimiento de “Harmonielehre”, una sinfonía del compositor norteamericano John Adams.
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