«Bali Hai»
¿Son las metas que vamos alcanzando el camino a la felicidad, o las cosas que nos hacen senir realmente vivos? Esta es la cuestión central del episodio de esta semana, centrado en Kim y en la verdadera naturaleza de su relación con Jimmy. Se gustan, se atraen y son felices juntos porque son muy parecidos y por ese mismo motivo la abogada no puede mantener su forzado enfado sin caer en un comportamiento hipócrita.
También ayudan a la reconciliación las esforzadas interpretaciones musicales que Jimmy graba en su contestador cada mañana, entre ellas el tema hawaiano de los años 40 que da título al episodio, pero tanto ella como nosotros descubrimos lo poquísimo que le aporta sus esfuerzos por prosperar en su bufete (más aun con el empeño de Howard por dinamitarlos) y su imperiosa necesidad de una dosis de excitación y adrenalina vía estafa a un pobre cretino. En uno de los múltiples juegos de simetría que tanto utiliza la serie, se repite la escena del bar del primer episodio de la temporada intercambiando los papeles de timador y gancho.
Sincerarse consigo misma y con él constituye un verdadero alivio para un Jimmy que ni siquiera es capaz de conciliar el sueño en su flamante apartamento de empresa y cada vez está más incómodo con el estricto control al que le someten sus superiores. Comprobar que Kim atraviesa problemas similares le da fuerzas y convicción para tratar de cambiar esa dinámica con el simbólico destrozo del posavasos del Mercedes, representación recurrente de su malestar y de lo poco de idílica que tiene su presuntamente perfecta situación actual.
Traspasado el ecuador de la temporada el ritmo de las tramas de ambos continúa lentamente construyéndose a base de sutiles añadidos semanales, pero por suerte «Better Call Saul» nos está brindando esta temporada algo que muchos deseábamos: Un mayor protagonismo para Mike.
El ex-policía futuramente reconvertido en sicario y su trama personal se encargan de aportar el dinamismo y el interés, desarrollándose de lleno en el ambiente criminal de Albuquerque que tan felices nos hizo en un pasado no muy lejano. Últimamente estamos saliendo a cameo de personajes de «Breaking Bad» por semana y el del episodio de hoy se lleva la palma por su impacto y teatralidad. Nadie como los terrorificos gemelos para reventar por completo un idílico momento entre nieta y abuelo.
Erhmantraut vuelve a demostrar a lo largo del episodio su frialdad, su inteligencia, su instinto y, como le remarcan Nacho y Hector Salamanca, un gigantesco par de huevos, pero el punto álgido de su intervención sin duda es esa breve y maravillosa escena donde se nos recuerda que también es un ser humano capaz de sentir miedo mediante esa mano temblorosa. Aún es pronto pero sería una inmensa alegría que en la próxima edición de lo Emmy y Globos de Oro el trabajo de Jonathan Banks fuese recompensado con algo más que la nominación.
La próxima semana descubriremos las consecuencias de su obligado trato con el cártel, que seguramente hará que las vidas de Jimmy y Mike se cruzen de nuevo y si Kim da un giro a su vida cambiando de empresa en el séptimo episodio titulado «Inflatable»
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Imágenes: AMC