Crítica: «Buscando a Dory»

«El spin off merecido» por Oscar De La Cruz

Pixar afronta una nueva época en su todavía joven andadura en la que alternará proyectos completamente nuevos con secuelas de sus mayores éxitos. Un hecho que muy probablemente tenga que ver con cierta escasez de ideas, pero también con la aclamación popular. Si algo ha demostrado la compañía del flexo a lo largo de estos años es que, incluso en sus títulos menores (que los tiene), siempre se puede apreciar un nivel de calidad y autoexigencia por encima de la media y ha dejado para la historia una buena cantidad de mundos y personajes a los que a muchos les encantaría revisitar.

Hay muchos ejemplos de películas absolutamente redondas, experiencias maravillosas que tienen como consecuencia intentos de réplica en forma de secuela con el objetivo de repetir éxito, demasiadas veces de manera inmediata, facilona y carente de la frescura de su predecesora. Tantos que han llegado a crearnos una reacción tan natural como aparentemente contradictoria. ¿Quién no ha pensado alguna vez después de una experiencia cinematográfica altamente satisfactoria «Que maravilla. Ojalá no hagan una segunda parte y lo fastidien». Por suerte con Pixar ocurre lo contrario gracias a un buen hacer convertido en absoluta garantía y ahí están las secuelas de «Toy Story» como inmejorable aval de la misma.

FINDING DORY

No es de extrañar que el estudio haya elegido «Los Increibles» y «Buscando a Nemo» para continuar expandiendo sus universos y jugar con sus magníficos personajes.  La primera de ellas por inscribirse en un género fácilmente «secuelizable» y por aprovechar con inteligencia la época dorada del cine superhéroes en la que vivimos y en el caso de la aventura bajo el mar, por puro clamor popular, gracias a uno de los personajes secundarios más queridos y que mayor huella han dejado en el imaginario colectivo.

FINDING DORY

«Buscando a Dory» no alcanza la categoría de otras obras maestras de Pixar porque parte con bastantes limitaciones. Algunas las asume, es consciente de ellas y las supera de manera inteligente como en el caso del escenario. Todo un acierto el limitar los momentos desarrollados en el fondo marino y tirar de recurso para obviar el viaje oceánico para situar el grueso de la trama en la superficie, ya que es en ese momento cuando pueden apreciarse por completo los 13 años que han pasado entre ambas películas a nivel técnológico. El film explota magníficamente todas las posibilidades narrativas de cada recoveco del Instituto de Vida Marina como escenario de una aventura de ritmo absolutamente frenético que, rizando el rizo, desemboca en un inconcebible y sorprendente clímax final ¡en una autopista!

FINDING DORY

La lástima es que el potente mensaje sobre las dificultades y los miedos de la paternidad en solitario y la excesiva sobreprotección de los hijos en un mundo hostil de «Buscando a Nemo» no encuentra en esta continuación un sustituto de entidad que consiga enganchar y ganarse al público adulto. Por el contrario, decide transitar por el cómodo camino de la fórmula Disney de toda la vida y hablar de familia y amistad de forma mucho más genérica y clásica, eso sí, manejando el corazoncito del espectador a su antojo con la efectividad habitual. Imposible no derretirse en cada flashback sobre la infancia de Dory.

Aunque sitúa su acción un año después de los acontecimientos de «Nemo», la vocación de spin off del film va engullendo de manera inapelable su planteamiento como secuela por pura justicia. Probablemente no hay un solo personaje dentro de la interminable galería de secundarios memorables de Disney más adorables que el olvidadizo pez azul. Dory merecía ser la estrella principal de la función y cargar con todo el peso de una película y lo hace con creces. Ella es el estandarte de un mundo estremecedoramente imperfecto, habitado por una caótica fauna marcada por todo tipo de taras físicas, psicológicas y emocionales que rebosa humanidad. Gran parte del tremendo impacto y singularidad del personaje hay que agradersélo al inconmesurable trabajo de Anabel Alonso, que lleva al personaje a alcanzar unas cotas de encanto, despiste, ternura, optimismo, inocencia y adorabilidad absolutas, superando el estupendo trabajo de Ellen DeGeneres en la versión original. Lo mismo puede aplicarse al enorme José Luis Gil, simplemente ellos son las elecciones perfectas para dar voz y humanidad a estos peces.

FINDING DORY

La película que Dory se merecía cuenta también con añadidos marca de la casa como apariciones de personajes de otros films de Pixar, la posibilidad de volver a escuchar las voces de Idris Elba y Dominic West de nuevo juntas en una misma escena trás «The Wire» (esta vez convertidos en dos leones marinos), sutiles homenajes a clásicos como «Alien»o incluso cameos como el de Sigourney Weaver como la voz de la megafonía de la reserva marina. Únicamente la lógica ausencia del factor sorpresa y el leve abuso de la estructura «buscar a alguien-encontrarlo-volver a perderlo», impide a «Buscando a Dory» entrar en el olimpo de las grandes obras de animación de los últimos tiempos. Incluso dentro de este mismo año, palidece ante la abrumadora fascinación de «Zootrópolis» pero como cinta de aventuras es intachable. Divertidísima, tierna y un canto al optimismo con un puntito de inconsciencia como medio para vivir de manera más feliz y despreocupada. Lo importante es seguir nadando.

«Buscando a Dory» se estrena en España el 22 de Junio.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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