Crítica: «Alien: Covenant»

La venganza de Roy Batty

Hay películas que entran por méritos propios y con todos los honores en la historia del cine, generalmente por medio de una compleja suma de factores. «Alien, El Octavo Pasajero» se convirtió en un clásico gracias a sus virtudes estéticas, desde un diseño de producción que acabaría convirtiéndose en canónico dentro de su genero pasando por el talento de Scott como creador de atmósferas y el diseño de una de las criaturas aterradoras y pesadillescas más inspirado y perfecto de la historia del celuloide, difícilmente superable aún a día de hoy, pero no conviene olvidar que la única pretensión del film de 1979 era la de ser una reinterpretación de un género tan sencillo como el slasher.

En palabras del propio Scott, su única intención era explorar el concepto «casa encantada» en la que sus habitantes van cayendo uno por uno y su único objetivo era mostrar «un producto de serie B bien hecho». El resto es historia y el lógico efecto en Hollywood fue la proliferación de imitaciones y la llegada de las inevitables secuelas. «Aliens, El Regreso» fue todo un acierto por que James Cameron supo llevarla a su terreno y consiguió trasladar la mitología del film de Scott a un género diferente pero lo suficientemente parecido para que no chirriara, seguramente porque supo entender lo que después evidenciarían el resto de entregas: No hay un género en el que las sagas sean más contraproducentes que el slasher.

«Halloween», «Viernes 13», «Pesadilla en Elm Street», «Predator»… existen innumerables ejemplos de esta realidad incontestable causada por un motivo de lo más sencillo: Cuando más conoces algo, menos miedo da. De esta manera se ha intentado explotar al máximo un estilo y unos personajes, siempre a base de reiteración pura y dura y la consecuente e inevitable progresión descendente a niveles de impacto y emoción. Ridley Scott no es nuevo en esto y lo sabe de sobra, por lo que a la hora de afrontar esta nueva serie de precuelas ha optado por añadir nuevos conceptos a la saga, incluso llegando a un punto en el que todo lo que era parte esencial del film original acaba convertido en un simple accesorio.

«Alien: Covenant» se ha intentado vender como un regreso a la esencia primigenia de «El Octavo Pasajero» pero solo es cierto a medias. Marcada en buena parte por el esperado regreso del mítico xenomorfo, Scott combina escenas de puro slasher rodadas con ritmo, tensión y el talento que siempre ha demostrado a lo largo de su carrera (ojalá no se le acaben nunca las ganas de dirigir). En este aspecto los fans quedarán satisfechos pero tampoco entusiasmados (de hecho hay muestras del género bastante superiores y muy actuales como la estupenda «Life») en parte porque a pesar de que el film se esfuerza en su primer tercio por hacernos empatizar con los personajes e introduce el hecho de estar compuesta por parejas para amplificar el nivel de drama, la tripulación de la nave Covenant es posiblemente la menos carismática de toda la saga hasta el momento. Como slasher no es nada del otro mundo porque para Scott es más una concesión que una verdadera prioridad. Lo que verdaderamente le interesa es seguir explorando los nuevos conceptos expuestos en «Prometheus» y partiendo de ahí es donde «Covenant» se impulsa para convertirse en una gran película de ciencia ficción.

Principalmente lo es porque funciona como las grandes secuelas, progresando y profundizando, desprendiéndose de lo que no funcionaba y haciendo que el conjunto de ambas mejore la percepción de su predecesora. «Covenant» hace más efectiva e interesante a «Prometheus» y no con ideas especialmente novedosas, ya que Scott continúa jugando con muchas de sus obsesiones recurrentes hasta el punto de que esta nueva saga podría considerarse más una secuela inconfesa de «Blade Runner» que de la saga «Alien» por mucho que contenga dicha palabra en su título.

Neomorfos, xenomorfos, abraza-caras y el resto de parafernalia son solo un medio, el instrumento que Scott otorga al verdadero protagonista de la historia para hablarnos sobre los dilemas y consecuencias de la creación a nivel existencialista. La poderosísima presencia y el magnífico trabajo interpretativo de Michael Fassbender preside y sostiene el film del primer al último minuto a través de la dualidad entre los androides Walter y David, rindiendo un sentido homenaje a Roy Batty y recorriendo el camino que seguramente habría transitado el replicante de no haber sido marcado con la maldición de una existencia perecedera.

«Alien: Covenant» se hace grande cuando juega a consumar la poética venganza del Nexus 6 por medio de un Dios embriagado de su propia perfección, todopoderoso, megalómano, infantil y caprichoso. Un Dios juguetón al que la simple existencia de sus imperfectos creadores resulta repelente e insultante. Un niño con una lupa frente a un grupo de hormigas que ha visto cosas que no creeríamos y que las seguirá viendo cuando no quede ni uno de nosotros. Ahí es donde reside el verdadero terror.

«Alien: Covenant» se estrena en España el 12 de Mayo.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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