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Review: «The Leftovers» – Temporada 3 – Episodio 5

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«It’s a Matt, Matt, Matt, Matt World»

Conociendo de antemano el título del episodio, todos teníamos bastante claro que esta semana el foco de la serie se centraría en la figura del reverendo Matt Jamison. «It’s a Matt, Matt, Matt, Matt World» utiliza el nombre del protagonista en un juego de palabras con el título de la película de 1963 dirigida por Stanley Kramer «El Mundo está Loco, Loco, Loco Loco», ilustrando a la perfección y de manera meridiana el estado mental de la sociedad a cuatro días de la llegada del séptimo aniversario de la Marcha Repentina.

Tanto en la primera como en la segunda temporada, los episodios centrados en la figura de Matt han destacado de manera especial por ser los más brillantes y redondos a nivel de guión, haciendo evolucionar al personaje a través de una estructura recurrente: Una auténtica odisea de tintes bíblicos por la que el reverendo debe avanzar superando un sinfín de obstáculos y presuntas pruebas divinas para demostrar su inquebrantable fe. «It’s a Matt, Matt, Matt, Matt World» no es una excepción y somete al pastor de Miracle a un auténtico calvario. Una accidentadísima travesía contrarreloj a través de una particular Sodoma y Gomorra que lo coloca al límite del fanatismo y desemboca en una impactante, dramática y bellísima catarsis.

Si el final del episodio es glorioso, no menos impactante es su comienzo en el que la escala de crispación y locura del mundo continúa disparándose a medida que se acerca el 4 de Octubre. Ya conocemos el motivo por el que el espacio aereo se ha cerrado y el origen de la misteriosa explosión mencionada en los últimos segundos del episodio anterior. En un cold-opening de los que sorprenden y descolocan por completo, al más puro estilo «Lost», un soldado de la marina francesa en plena enajenación ha desencadenado el caos disparando un misil nuclear en el Pacífico Sur. Esta será solo la primera piedra en el camino de la nueva misión divina de Matt: Traer a Kevin, el nuevo Mesías, de vuelta a Miracle a tiempo para el día del aniversario.

Para la titánica tarea, el reverendo cuenta con el apoyo y la ayuda de sus dos nuevos acompañantes en la fe, el creyente Michael y el reconvertido John, pero la expedición cuenta con un molesto e inesperado miembro más. Aparte de una maniobra de guión perfectamente elaborada e iniciada en el anterior episodio para colocar a todos los personajes en Australia, la inclusión de Laurie en la expedición resulta decisiva a la hora de representar el abanico de múltiples visiones sobre el mundo e interpretaciones de los acontecimientos vividos. A lo largo de todo el episodio y por medio de unos diálogos sublimes y perfectamente estudiados, Matt quedaría a un lado de una linea imaginaria como una encarnación de la fe rayando en el fanatismon que interpreta las «señales» según su propia conveniencia y para quien el fin justifica totalmente los medios. Le seguiría Michael, un hombre de fe mucho más moderado y de actitud más abierta a la hora de interpretar el camino a seguir. En el centro de dicha linea se situaría John, el anti-creyente radical que trás la extrañeza y lo inexplicable de los acontecimientos de los que ha sido testigo ha moderado su actitud, dejando un margen para la duda y convirtiéndose en el agnóstico del grupo y en el otro extremo Laurie, el raciocinio personificado y la explicación puramente lógica y científica.

El extraño grupo se verá obligado a afrontar una travesía marítima de once horas para lograr llegar a Melbourne pero no lo harán solos. El ferry que va de Tasmania a Melbourne ha sido alquilado en su totalidad por los miembros de un estrambótico culto.

La proliferación de sectas y cultos alternativos como resultado de la Marcha Repentina era un importante e ilustrativo reflejo de la traumatizada sociedad, tanto en la novela original como a lo largo de la primera temporada, con los Culpables Remanentes como máximo exponente. La serie recupera ese concepto perdido por medio de una agrupación de marcado caracter hedonista cuya mitología gira en torno a una iconografía tan surrealista como auténtica y magistralmente adaptada al espíritu de la serie.

Aunque parezca increible Frasier, el león sensual existió realmente. En el año 1972, una reserva de animales de California rescató a un león de 19 años (el equivalente a 71 años humanos) malnutrido y moribundo de un zoo de Tijuana, México. El lamentable aspecto del felino estaba marcado por una extrema delgadez y una melena deshilachada y poco poblada. Dormía 19 horas al día y los músculos de su lengua habían dejado de funcionar, por lo que el apéndice colgaba permanentemente de su boca. La única intención de los miembros del Lion Country Safari era que la criatura viviese sus últimos días en un entorno de paz y tranquilidad pero nada más lejos de la realidad.

Gracias a una dieta rica en vitaminas, el bueno de Frasier se fue recuperando y pronto comenzó a desempeñar su papel de rey entre las leonas. La reserva pasaba por un momento crítico, ya que las leonas se negaban a copular con los ejemplares jóvenes que habitaban en ella y Frasier se las apañó para convertirse en la solución. 7 semanas después, todas las leonas estaban embarazadas y trás 16 meses, Frasier se convirtió en el orgulloso papá de 33 cachorros. La historia transcendió a los medios y la virilidad del viejo Frasier alcanzó cotas legendarias hasta el punto de que surgieran club de fans y se generaran camisetas y merchandising con la imagen del felino. «La primera atracción de zoo pornográfica de la historia», como fue catalogada en la época, hacía llegar a la reserva 1.500 cartas de admiradores al mes y cuando Frasier falleció en Julio del mismo año 72 a causa de una neumonía, recibió un funeral con todos los honores por parte del Scottish Frasier Clan. Faldas escocesas y gaiteros despidieron para siempre al sex-symbol del reino animal, cuyos restos descansan en las praderas del Lion Country Safari bajo una cruz.

El impacto cultural de la historia del león sensual llegó incluso a la gran pantalla, con el estreno en 1973 del film dirigido por Pat Shields «Frasier, The Sensuous Lion», una surrealista comedia protagonizada por Michael Callan y Katherine Justice en la que un profesor amante de los animales conocía al mítico animal e incluso hablaba con él. El mundo de la música tampoco se libró del mito con el tema «Frasier, The Sensuous Lion» interpretado por Sarah Vaughan & The Jimmy Rowles Quartet que, como no podría ser de otra manera, suena en los créditos finales del episodio.

«The Leftovers» vuelve una vez más a desplegar un entorno tan detallado y repleto de referencias ajenas fascinante y enriquecedor sobre la condición humana recurriendo a un irónico sentido del humor mucho más presente en esta temporada con el que juguetea y desvía levemente la atención para cogernos a pie cambiado cuando irrumpe de lleno la intensidad dramática.

Como decía, el viaje de Matt en su tercera etapa contiene épicos tintes de catarsis y de clímax final. Pocos podíamos pronosticar que su intenso viaje a través de la fe alcanzaría su punto culminante en una conversación cara a cara con el mismísimo Dios, pero de nuevo una magistral lección de estructura de guión y de manejo de la ambigüedad argumental nos deja una de las escenas más memorables de toda la serie a nivel dramático, existencial y emocional.

Sin duda uno de los mayores misterios que nos dejó el final de la segunda temporada fue la enigmática figura de David Burton. Sus dosificadas apariciones podrían colocarlo a la altura del Jacob de «Perdidos» en cuanto a sensación de relevancia en la historia. Sabemos muy poco de él pero da la sensación de que sabe más de lo que sabe cualquiera de los de más personajes. ¿Es el personaje clave de la serie? ¿Es un loco más o el mayor de todos los locos? ¿Es el portador de todas las respuestas? Probablemente un poco de todo, como es habitual dentro de la serie.

Recapitulemos un poco. La primera vez que oímos hablar de Burton es en «Off Ramp», tercer episodio de la segunda temporada en el que a través de un noticiero televisivo escuchamos la historia de un hombre que aparecío en una cueva en Waneroo, un pueblo australiano a las afueras de Perth, plagado de picaduras de mosquito y afirmando que había muerto y había estado en un hotel antes de regresar al mundo de los vivos. Posteriormente, el editor con el que Laurie se entrevista menciona al hombre de las noticias y amplía nuestra información sobre él, hablando sobre el convencimiento de Burton de su propia inmortalidad. Su siguiente aparición tiene lugar en «International Assassin», en la comentadísima escena del puente en la que Burton ofrece a Kevin la opción de morir ahorcado o continuar su camino hacia el puente por el que arrojará a la pequeña Patti. Al final de dicha escena, Burton susurra algo al oído de Kevin. Algo que a día de hoy continúa siendo un absoluto misterio. En «I Live Here Now», Burton vuelve a representar el papel de guía de Kevin a través de su onírica experiencia, con lo que trás ver el episodio de esta semana se reafirma como la representación (real o imaginaria) de Dios en la serie.

Siguiendo un camino paralelo al de Kevin, sabemos que David Burton era un atleta australiano cuyo máximo logro consistió en una medalla de bronce en la categoría de Decathlon. Convertido en celebridad en su país, Burton ejerció como comentarista deportivo durante la olimpiada celebrada en Sydney. Posteriormente sufrió un accidente de escalada en el que cayó desde una altura de 80 metros, partiéndose el cuello y regresando milagrosamente a la vida trás experimentar supuestamente algo similar a lo vivido por Kevin en el Hotel Limbo. Aplicando la lógica y el sentido común, Burton ha sufrido una traumática experiencia cercana a la muerte y, si Kevin y la influencia de su entorno han hecho creer al policía de Jarden en la posibilidad de ser una nueva encarnación de Jesucristo, el ex-deportista australiano ha ido varios pasos más allá, creyéndose el mismísimo Dios.

De esta manera, lo que comienza como un interrogatorio para hacerle confesar el lanzamiento por la borda de uno de los pasajeros del ferry y una severa reprimenda por lo que considera una ofensiva blasfemia, acaba convirtiéndose en un emotivo diálogo directo entre Matt y el Todopoderoso. Como comentaba, toda la escena es para verla una y otra vez, analizar y saborear cada frase y deleitarse con su progresión. Un intercambio de frases que va transformando la conversación en un desgarrador y desesperado grito de ayuda suplicando una respuesta definitiva que consiga dar al fin sentido a toda una vida de devoción y una conclusión final tan devastadora como iluminadora. Matt comienza el episodio siendo Matt y acaba convertido en otra persona. Puede que ese irónico chasquido mágico de dedos y ese «Estás salvado» vayan mucho más allá de la enfermedad que está consumiendo su vida. Puede que el reverendo Jamison alcance por fin la paz que siempre ha deseado aceptando la existencia de un Dios muy diferente a lo que siempre ha creido. Un Dios que jamás le ha prestado la más mínima atención.

Seguramente Matt tendrá mucho que decir en el desenlace final pero «It’s a Matt, Matt, Matt, Matt World» deja el aroma de brillantísimo colofón para el arco argumental de uno de los personajes más fascinantes de la serie. Otro episodio memorable edificado en el soberbio guión y la maravillosa interpretación de Christopher Eccleston que todavía se guarda como guinda un final tan apoteósico como cómicamente surrealista. El mismísimo Dios devorado por el descendiente del león sensual, una mirada a cámara y una frase final sencillamente inmejorable.

Detalles del episodio:

Puedes seguir «The Leftovers» – Temporada Final a través de Movistar Series y HBO España.

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