Review: «Juego de Tronos» – Temporada 7 – Episodio 1

«Dragonstone» (Rocadragón)

La larga espera previa al comienzo de esta nueva temporada de «Juego de Tronos» toca a su fin y llega el momento de un nuevo viaje por tierras de Poniente. Un viaje más breve de lo habitual, de tan solo siete episodios (si los diez habituales se pasaban volando esta temporada nos va a parecer un suspiro) y en el que es recomendable ir abrigado, puesto que la eterna y agorera amenaza que sirve de lema para la casa Stark se ha cumplido finalmente.

El invierno ha llegado con un primer episodio marcado por las normas habituales del show en lo que a estructura se refiere pero con varios matices importantes. Como siempre, su principal función es la de situar personajes y plantear el escenario, labor que «Dragonstone» desempeña de manera mucho más directa y fluida que en anteriores ocasiones, sencillamente por ser consciente de sus ventajas y saber aprovecharlas de manera inteligente. Hay menos personajes y están más agrupados que nunca, por lo que la narración avanza de manera ultraligera, solo quedan relegadas a episodios posteriores las presentaciones de personajes muy secundarios y cada escena transmite un mensaje claro: es el principio del fin y vamos a contarlo de manera directa y sin rodeos.

Siendo uno de los nombres más destacados dentro de la nómina habitual de realizadores de la serie, Jeremy Podeswa recibe el honor y la responsabilidad de abrir y cerrar la temporada que nos ocupa. «Dragonstone» y su guión le permiten desplegar el conocido arsenal de armamento con el que la serie ha ido forjando su identidad. A falta de las grandes escenas de acción reservadas para más adelante, el episodio cuenta con sus buenas dosis de impacto, estupendos diálogos y un alto componente emocional, aderezados y amplificados con un diseño de producción que cada vez luce más a medida que pasan los años y las temporadas y el acompañamiento musical de un Ramin Djawadi en un excelso y permante estado de gracia.

Guerra es la palabra protagonista, el concepto que sobrevuela Poniente de punta a punta, pero una guerra diferente dependiendo de la ubicación y la percepción de cada personaje y territorio. Arya Stark protagoniza el impactante cold-opening previo a la secuencia de créditos y durante su viaje se muestra la evolución en el conflicto interior que mantienen su nuevo yo (la implacable asesina cambiapieles) y la rebelde pero honorable y compasiva hija de Ned Stark. Los principios del motor de su existencia basados en el odio y la venganza se dan de bruces ante una realidad ante la que estaba cegada: las guerras las luchan todo tipo de hombres y detrás de una bandera o un escudo de armas no siempre anida el mal.

Arya combate en una guerra puramente personal mientras el resto de Poniente se divide en dos grandes grupos. Los norteños intentan prepararse para la batalla por la pura supervivencia ante la amenaza inminente que avanza hacia el Muro (magnífica la escena con ese plano fijo en la que el ejercito de Caminantes Blancos emerge progresivamente de la niebla) mientras que en tierras más cálidas y completamente ajenos a la amenaza, los cada vez más aislados Lannister afronta la definitiva batalla por el Trono de Hierro contra Daenerys y su ejército. En tierra de nadie la Hermandad Sin Estandartes, consciente de que el Señor de la Luz les requiere para ejercer una función que por el momento ignoran.

Balon Greyjoy es el único clavo ardiendo a nivel de alianzas al que puede aferrarse una Cersei que únicamente puede ver enemigos en cualquier dirección del mapa mientras Jon Nieve parece ser el único completamente consciente de la amenaza e intenta aportar unidad despreciando la visión política, algo a lo que el resto de la humanidad parece costarle horrores, incluida su hermana Sansa. Afortunadamente la parte de su plan que incluye la formación como maestre de Samwell en la Ciudadela parece empezar a dar frutos. Precisamente en Antigua es donde el episodio centra gran parte de su interés, enseñando sus espectaculares decorados muy poco parecidos a cualquier otro escenario de la serie, mostrando el día a día de Samwell en una escena que hubiese resultado igual de cómica y quizá un pelín menos desagradable de haber sido más corta y presentando al gran Jim Broadbent, la incorporación más notoria al casting de la nueva temporada. Respecto al criticado cameo de Ed Sheeran es cierto que su momento cantarín recuerda a esas descaradas e invasivas apariciones estelares en antiguos shows televisivos que te sacan bastante de la historia y del ambiente de la serie.

Los grandes momentos del episodio se los apropia Sandor Clegane (manteniendo un peso específico en el relato que en las novelas era bastante inferior y confirmando el cariño especial que le tienen los creadores de la serie y el interés en su progresiva humanización) y Daenerys Targaryen y su «troupe» protagonizando la secuencia más emocionante como guinda de esta primera entrega. Una escena que sin diálogo consigue transmitir la inmensa emotividad de un esperadísimo retorno. Esa mano tocando la tierra es la misma que descuelga el estandarte de Stannis Baratheon y resume con una deliciosa perfección el largo y tortuoso camino de retorno a casa de toda una estirpe. Tan imposible es no sentir el vello erizándose como no aceptar la propuesta de la última de los Targaryen. ¿Empezamos?.

«Juego de Tronos» – Temporada 7 se emite a través de HBO España y Movistar Series.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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