Análisis: Road Rage

Infierno sobre dos ruedas. Por Jose Luis Mediavilla.

Maximum Games y Team6 Game Studios han lanzado Road Rage, Y no han estado lo suficientemente acertados durante el proceso de creación. Un juego de mundo abierto donde los protagonistas son las motos y la violencia callejera que pueden generar en malas manos. Y carreras claro. Una mezcla no funciona.

La historia es simple. Demasiado simple. Todo sucede en la ciudad de Ashen, un lugar devastado por la codicia de los políticos en el cual los ciudadanos que han sido robados y vilipendiados y han decidido salir a las calles y poner remedio a lo que ocurre en su localidad. Las motos, las cadenas y las armas son sus medios elegidos. Por lo tanto los motoristas se disponen a controlar la ciudad. Y vaya si lo consiguen, las leyes desaparecen por completo y la violencia es el juez.

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El problema ocurre cuando durante nuestros paseos motorizados observamos que esta premisa apenas se cumple. No se siente en las calles, no sentimos esa tensión social. Ciudadanos por todos lados comportarse cívicamente, policía, semáforos, cero rebelión al sistema. Pero bueno, pronto nos damos cuenta que el juego no se toma en serio su propia sinopsis. En una desdicha de mundo abierto donde aparecemos sin ton ni son con un bate y una moto inicial. De ahí al final, una serie de misiones que desde el principio ya percibimos que no va a acabar bien. Y no hablo solo de la trama.

Jugabilidad

El control es nefasto. La sensación terrible y artificial. Además tenemos que movernos siempre en nuestra motocicleta y no podremos en ningún momento bajarnos de la montura, por lo que la sensación es todavía más atroz. La física de nuestro vehículo hace que cada giro se convierta en un giro al infierno. Pero eso no es nada si lo comparamos con la multitud de situaciones inverosímiles en las que nos encontraremos que reventaran las leyes de la física actual en cualquier accidente o carrera. Quiero pensar que a drede son efectos jocosos que han querido implementar durante determinadas situaciones, como salir por lo aires envuelto en fuego. Se producirá un respawn de nuestro personaje en estas situaciones claro está, y podremos volver a jugar hasta que se repita alguna de estas situaciones.

La originalidad es nula en las misiones. Contrarrelojes, eliminaciones de objetivos, unos supuestos restos de acrobacias y poco mas, todo para ser casi 100 misiones entre secundarias y principales. Ya no por la cantidad si no por la calidad, el juego en cuanto a la duración se nos hará eterno.

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Las misiones que nos propone el juego son casi siempre carreras donde nuestro objetivo es eliminar a los contendientes con el bate asignado inicialmente, para ir evolucionando en diversas armas a cada cual más vintage. No os molesteis en sincronizar golpes y trayectorias, dado que las animaciones son tan lentas que se volvera un suplicio y/o perdida de tiempo. Es difícil acertar en movimiento en el enemigo por todo lo que acabamos de relatar. Incluso nuestros contrincantes son torpes por las dificultades que sufren en silencio. Un caos de combates puesto que ellos también saldrán despedidos por explosiones y el ciclo volverá a repetirse tediosamente hasta que acabemos con ellos y así dar por terminada la misión que toque.

Una tras otra iremos desbloqueando las misiones donde ganaremos dinero para invertir en modificaciones para nuestra moto y en la adquisición de un garage apropiado para este menester. Nada del otro mundo pero sin ninguna pretensión.

El mapa de juego de la ciudad no es demasiado grande. Con una ciudad dividida en distritos que a simple vista parece que no están limitados, pero que si no completamos previamente los quehaceres, un jauria de policías vendrá a nuestro encuentro con no muy buenas intenciones. Huir de ellos será complicado porque buscarán impactar rápidamente para cortar todo intento y asi bloquearse.

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Misión transmisión como decía, y la sensación sempiterna de que no ocurre nada a nuestro alrededor. Nuestra conducta peligrosa no llama la atención a nadie ni produce ningún tipo de reacción alguno. Una ciudad muerta y muy aburrida.

Las misiones nos llegan vía mensaje de texto al teléfono móvil que llevamos con nosotros imitando la mecánica de otros grandes juegos de mundo abierto, pero en ese caso eran misiones secundarias opcionales y meras notificaciones. Podíamos elegir si hacerlas o no en ese instante. En el caso de Road Rage hay que hacerlas sí o sí, y el factor seleccion es nulo.

Gráficos

Visualmente es un juego muy justito. Que no representa en absoluto la actual generación de consolas. Un diseño sin pizca de gracia y totalmente plano que produce cero interés. Las motocicletas parecen de generaciones pasadas y hay poca variedad. El diseño artístico es nulo y con escaso gusto. La distancia de dibujado es nula y queda patente al haber una niebla que tapa cualquier viso de poder desgranar fallo tras fallo de popping por ejemplo. Unas animaciones toscas como su control, dejando prueba de lo gris que es el juego.

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Sonido

El aspecto sonoro es peor todavía. Por mucha música ochentera que se quiera incluir, se hace de manera tosca y sin clase. No ayuda ni ha realizar las misiones con menos desidia. Burdas imitaciones de algún que otro clásico que suenan una y otra vez en un ciclo interminable.

Conclusión

Road Rage es un insulto para Road Rush y su legado. Terrible en todos los aspectos del juego. Un pésimo planteamiento que destroza lo interesante de la premisa. Incontrolable y que apenas se puede disfrutar y ni mucho menos aconsejar. Road Rage es un arcade de motos realizado con muy poca fortuna.

Pros

  • No se toma en serio.
  • Tiene multijugador para compartir las penas.

Contras

  • Control desastroso.
  • Técnicamente lamentable.
  • Argumento testimonial.

Nota
MCN

@ReyesDelMando Los Reyes Del MandoRoad-Rage-Xbox-One-screenshot-12_0

Un comentario en “Análisis: Road Rage

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