Crítica: «El Rey León»

Descubriendo valles inquietantes

Dentro de la historia de Disney, «El Rey León» es sin duda la obra a la que el paso del tiempo ha terminado por destacar como la más perfecta y rotunda durante el periodo que comprende su segunda época dorada.

La gran fábula de reminiscencias Shakesperianas, que toma como punto de partida el mismísimo «Hamlet» para desarrollar temas como la responsabilidad del dirigente, el paso a la madurez y la búsqueda de un lugar en el mundo en armonía con el frágil equilibrio que lo mantiene en funcionamiento, ha conseguido mantener desde su estreno un aura casi unánimemente acrítica y la etiqueta de clásico incontestable.

Si hay alguien plenamente consciente del peso de la obra, tanto en el imaginario popular como en la propia historia del cine, es el propio estudio, tal y como demuestra el respeto absolutamente reverencial con el que afronta su adaptación a la nueva era digital. Un respeto del que ni siquiera han gozado clásicos tan seminales como «Dumbo», «Aladdin», «La Cenicienta» o «La Bella y la Bestia», cuyas nuevas versiones no se han librado de añadidos, correcciones o reajustes más afines a los tiempos que corren en mayor o menor medida. Algo completamente prohibido al parecer en esta translación, definible en toda regla como un calco perfecto del clásico animado de 1994.

Únicamente pueden contarse como novedades el añadido de dos temas heredados del musical de Broadway y otros dos inéditos creados para la ocasión e interpretados por Beyoncé y Elton John respectivamente. Por lo demás, se ha respetado cada línea de diálogo y prácticamente cada encuadre de cada plano del original. Jon Favreau solo se permite a sí mismo un par de mínimas alegrías creativas en cuanto a planificación y ejecución en escenas de acción como la estampida o un clímax final en el que también se introduce de manera leve la obligatoria nota de empoderamiento femenino.

La confianza es tal en una historia atemporal que continúa manteniendo intacta todo su poderío emocional y su vigencia (incluso representada en teatro por un grupo de bailarines portando tocados de cabezas de animal), que toda la película y su concepción se sustenta de manera unívoca en la capacidad de asombro y el deleite audiovisual que produce su rutilante perfección técnica. No le hace falta nada más.

Por enésima vez, el estudio rompe nuevas barreras de perfección a la hora de representar digitalmente animales imponentemente fotorrealistas, asumiendo por completo el riesgo de involucionar en materia de pura expresividad. Algo que ya empezaba a resultar evidente en «El Libro de la Selva» se acentúa aquí de manera exponencial, por la sencilla razón de que si hay un representante del reino animal que no destaca especialmente por contar con un amplio rasgo de expresiones faciales, ese es el felino.

Hay especies mucho más agradecidas en este aspecto, con un margen más amplio de maniobra para la recreación de expresiones emocionales, como es el caso del babuino Rafiki o Timón el suricato, pero tanto los leones como Pumba, al que resulta incluso difícil ver los ojos, no pueden competir ni de lejos con los infinitos recursos expresivos que permite el dibujo animado tradicional.

La nueva «El Rey León» es un espectáculo audiovisual de una perfección técnica incuestionable y una belleza realmente abrumadora . Recaudará una auténtica locura de millones de dólares y demostrará una vez más la magia y eficacia de su historia inmortal, sus memorables canciones y el resto de valores con ese único punto en contra. La humanización de animales recreados digitalmente genera una nueva variante del «Uncanny Valley» de compleja solución, que tiene pinta de complicarse aún más cuando Disney se ponga manos a la obra con peces, cangrejos y el resto de fauna marina que forman parte de «La Sirenita», su inminente nuevo proyecto.

La nueva era y las nuevas herramientas producen también obstáculos nuevos y desafíos nunca antes planteados, que pueden ser interpretados de manera poética como mecanismo de defensa del propio legado de una forma de arte ya obsoleta y en completo desuso.

Que las maravillosas y deslumbrantes nuevas versiones digitales complementen y en modo alguno sustituyan ni condenen al olvido al noble y expresivo arte de la animación artesanal. Al igual que en el Ciclo de la Vida, en la historia del cine hay un lugar para cada cosa.

«El Rey León» se estrena en España el 18 de Julio.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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