Crítica: «American Crime» – Episodio 4

Falsas apariencias.

Sin hacer un ruido excesivo y sin apenas diferenciarse en estructura y tono al resto, el cuarto episodio de «American Crime» concluye dejando el regusto de ser el mejor de los vistos hasta el momento. De manera muy sutil pero implacable, todo el odio y los sentimientos más oscuros contenidos dentro de cada personaje crece capítulo trás capítulo. Cada reacción, cada frase que sale de sus bocas, agiganta el pesimismo inmisericorde con el que John Ridley retrata a sus personajes, alcanzando el punto culminante en las cuatro paredes del despacho donde se reunen los progenitores de la pareja asaltada. ¿Puede haber algo más terrorifico que un padre considerando que es mejor que su hija no despierte del coma, por muy doloroso y humillante que le resulte el descubrimiento de sus perversas tendencias sexuales?. Al comienzo de la serie podríamos incluso empatizar y entender tanto prejuicio y odio, justificándolo como fruto de la rabia y el más profundo dolor, pero la auténtica verdad es que dicho odio solo ha hecho aflorar sentimientos tan profundamente arraigados en los personajes y de una manera tan natural y orgánica que da miedo. Eso es lo verdaderamente terrorífico y desolador de «American Crime».

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El cuarto episodio sirve también para introducir en escena un nuevo personaje. Mark Skokie, hermano del asesinado Matt, que llega para aportar un poco de cordura y sentido común en el caos creado entre las dos familias. Y lo hace poniendo a todos en su sitio, soltando verdades que destrozan el velo de hipocresía y falsedad que envuelve a su adorada madre. Al igual que Eve Carlin conocía y ocultaba los oscuros secretos de su hija, Barb era perfectamente consciente de los turbios negocios y las adicciones de su vástago. La hipocresía y las falsas apariencias de nuevo como importante pilar de la serie, como constata el discurso sobre la importancia de la indumentaria elegida para asistir a un juicio. Tan ridículamente surrealista como lamentablemente cierto.

Impresionante una vez más Felicity Huffman en su interpretación de un personaje verdaderamente fascinante. Desproporcionadas sus ansias de venganza contra el sospechoso Carter Nix, que ha contagiado al resto de familiares como queda de manifiesto en la mencionada escena del despacho. Todos albergan tal deseo irracional de retribución, que pasan por alto las dudas más que razonables de que Nix sea el verdadero culpable. Para colmo su deseo de convertir el asesinato de su hijo en un crimen racial se vuelve totalmente en contra gracias a la hermana de Carter y el poderoso apoyo de su congregación religiosa.

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Por si todo esto fuera poco, el resto del episodio vuelve a colocar la lupa en el sistema penitenciario norteamericano de la misma manera inmisericorde. Una cruel ironía que a Hector le sea imposible rehabilitarse dentro de una institución diseñada para ello y más aún que la estancia en el reformatorio del joven Tony, un buen chico que solo ha cometido un inocente error, lo haya transformado en un pandillero en potencia gracias a sus nuevas amistades y la excesiva rectitud de su padre.

Aunque resulte extraño, el único episodio que no aporta nuevas revelaciones sobre el crimen es el más absorbente hasta la fecha. La próxima semana parece que tendremos más información y de primerísima mano sobre el caso, visto el cliffhanger final que, aunque esperado, nos deja frotándonos las manos para lo que se avecina.

«American Crime» se muestra definitivamente como un ‘crescendo’ lentamente progresivo que cada semana nos tiene más fascinados. Mucho tiene que cambiar la cosa para que no acabe como una de las series del año.

«American Crime» se emite los viernes en Movistar Series.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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