Crítica: «It Follows»

«El rey tuerto del país de los ciegos» por Oscar De La Cruz

A estas alturas el de terror es sin duda uno de los géneros en los que se percibe de manera más acusada la sensación general de que todo está ya inventado. Cada vez es más difícil sorprender y asustar a un tipo de espectador de vuelta de todo dentro de un género con unas reglas demasiado rígidas que dejan un escaso margen de maniobra. Si a todo esto se añade que la producción anual de cintas de este tipo sigue siendo bastante amplia, es lógico que la llegada de un film un pelín por encima de la media en cuanto a la mediocre calidad reinante se celebre de una manera casi desproporcionada.

«The Babadook» fue unánimente considerada como la mejor película de terror del pasado año, además de por estar fantásticamente dirigida e interpretada, por el hecho de convertir una típica historia de fantasmas en una atinada metáfora sobre la depresión y parece que este año será «It Follows» la encargada de recoger el testigo tras su triunfal acogida en cada festival en el que ha participado.

El mayor acierto del segundo film como director de David Robert Mitchell reside en la creación de una atmosfera de tensión constante realmente lograda, usando como principal y casi único recurso el encuadre y la profundidad de campo de su cámara. De esta manera y por el propio planteamiento de la trama, consigue mantenernos realmente tensos y en situación de alerta inminente en las escenas teóricamente tranquilas que ocurren a plena luz del día y en espacios abiertos, incluso más que en las que se desarrollan en interiores donde utiliza trucos más clásicos.

Cada figura al fondo o en una esquinita de cada plano puede suponer una amenaza mortal o ser un simple extra que pasa por allí. También ayuda a la sensación de incomodidad su extraña banda sonora a base de sintetizadores que, aunque la película no muestre indicios sobre la época en la que se desarrolla, le da un tono ochentero que empieza a perder frescura al convertirse en una moda demasiado repetida trás cintas como «Drive», «Frío en Julio» o «The Guest».

Sin reinventar el cine de terror adolescente y ponerlo patas arriba, consigue su objetivo apelando a nuestros temores más básicos, lo que ya de por sí es todo un logro, pero poco más se puede destacar de un film que no logra quitarse de encima muchas de las cargas asociadas al género a la que pertenece. Experimentarla en el cine sin saber absolutamente nada del argumento y sin haber visto el tráiler, ayuda a que «It Follows» resulte fascinante durante su magnífico prólogo y sus dos primeros tercios pero, una vez establecidas las reglas de su trama, la película se diluye en una parte final excesivamente alargada, desembocando en un desenlace que acentúa la ambigüedad de su mensaje. Esto puede provocar tanto que el film se quede en nuestra mente durante varios días intentando descubrir sus numerosas lecturas posibles, como que salgamos de la sala pronunciando un indiferente «Pues vale».

¿Es «It Follows» la mejor película de terror en lo que llevamos de año? Seguramente, aunque en la época por la que pasa el género esto tampoco suponga un motivo para tirar cohetes.