«The Book of Nora» (El Libro de Nora)
El día llegó. «The Leftovers» nos deja para siempre con un colofón tan sorprendente como polémico. Un desenlace agridulce que hará correr rios de tinta y desgraciadamente reabrirá viejos debates que muchos creíamos completamente obsoletos.
Digo desgraciadamente porque como habréis comprobado todos los que habéis seguido las reviews de cada episodio a través de esta página semana a semana, siempre he considerado a «The Leftovers» como el gran ejercicio de redención de Damon Lindelof como guionista. Entre su infinidad de aciertos, nunca dejé de percibir su utilización de la obra de Perrotta como punto de partida para pulir defectos del pasado y amplificar de manera exponencial sus múltiples virtudes, por eso me es difícil no sentir un pequeño poso de rabia cuando en el momento de la verdad la cabra tira al monte y vuelve a poner en bandeja un arsenal de argumentos a disposición de sus detractores.
Desde sus inicios esta web ha intentado ser un medio analítico, exhaustivo y profundo, pero siempre sin perder de vista que son obras de arte lo que analizamos y lo principal y más importante son las sensaciones que estas generan. Partiendo de esa base tan subjetiva se genera algo realmente maravilloso que gracias a internet ha transformado algo tan íntimo y personal como la contemplación del arte en una experiencia global sumamente enriquecedora. Ya no vemos series, las experimentamos y las sentimos. Cuando termina el visionado no termina la experiencia, acaba de comenzar. Comienza la participación, el debate, las interpretaciones compartidas y enfrentadas, los nuevos descubrimientos…
«The Leftovers» se ha convertido en un vehículo sencillamente perfecto a la hora de generar todo ello y en un antes y un después para esta web, por lo que no me cansaré de mostraros mi eterno agradecimiento. Mil gracias por vuestros comentarios, vuestras opiniones y vuestras teorías, por aportar luz y enriquecer el análisis de cada episodio, por discrepar con tanto respeto y educación, pero sobre todo por compartir vuestras emociones. Por ser la mejor de las compañías a través de un viaje que sin duda hubiese sido bastante menos fascinante experimentado en soledad.
Como los sentimientos mandan, allá van. Hoy no me siento como esperaba que me iba a sentir. «Sorprendente» y «Agridulce» son los dos calificativos que he elegido en el primer párrafo para calificar el desenlace de la serie porque son los más acertados para describir mi estado minutos después de verlo. Esperaba encontrarme una mezcla de euforia y pena por la despedida y acabar seriamente golpeado emocionalmente. Esperaba llorar y no he llorado.
Con la sorpresa sí que contaba, por supuesto, pero no de esta manera. Parece que Lindelof haya enfocado todo sus esfuerzos en mostrar un final sorprendente pero ¿a que precio? ¿Merece la pena un giro tan brusco, saltándose las reglas propias y haciendo tambalear los propios cimientos de coherencia de toda la serie hasta el punto de cambiar por completo su mensaje, solo para pillarnos por enésima vez a contrapie? El debate está servido. Otra vez.
Trás el homenaje musical que muchos pronosticaron en la secuencia de créditos, retomando «Let the Mistery Be», «El Libro de Nora» supone un colofón maravilloso en su concepción, huyendo del espectáculo y de lo rimbombante a través de una apuesta deliciosamente intimista. El episodio elige relatar en lugar de mostrar, contar la historia por medio de los mejores instrumentos con los que ha contado la serie desde sus comienzos: Sus actores y sus diálogos.
Después de la esperada y emotivísima despedida entre Nora y Matt, la atención se centra en el viaje de Nora por medio de la máquina del que solo vemos su comienzo para acto seguido experimentar un salto temporal y situarnos junto en el momento del flashforward del primer episodio de la temporada. Allí en Australia, es donde se produce el primer encuentro con Kevin después de que este la abandonara en la habitación del hotel.
Durante buena parte el episodio juega con nosotros para que especulemos sobre si lo que está viviendo Nora acontece en el mundo real o no, en gran parte debido a la actitud de Kevin. Que se presente buscándola como si todo lo vivido después de la conversación en el pasillo del instituto no hubiese ocurrido hace pensar (al menos a mi me ha ocurrido) que Nora está experimentando algo parecido a lo vivido por Kevin en sus viajes al «otro lado». Debido a los similitudes del inicio de su viaje, realmente he llegado a imaginar que el episodio concluiría con Nora despertando de una fantasía creada en su mente donde puede empezar desde cero su relación Kevin, fruto de la privación de oxígeno en el cerebro debido al ahogamiento, pero nada más lejos y ahí es donde se producen los giros de guión con el que la serie pega un tremendo volantazo y toma una dirección completamente nueva.
Solo el paso del tiempo puede justificar medianamente alguna de las incoherencias con las que la serie decide finalizar. No es muy coherente que justo un episodio después de asumir su derrota y de dar por perdida a Nora para siempre, Kevin aparezca en su puerta en un último y desesperado intento por recuperarla, pero podemos pasar por el aro teniendo en cuenta que muchos años de dolor y un ataque al corazón pueden ser argumentos suficientes para que Kevin pueda buscar de nuevo la felicidad aunque sea solo durante los últimos años de su vida.
Sin duda el gran golpe de efecto que hará arder los foros de debate queda revelado en la conversación final y abre la posibilidad de que los cimientos de la serie crujan por completo, dependiendo de lo que decidamos creer. La ambigüedad, herramienta predilecta de su guionista, vuelve a hacer acto de presencia, esta vez para quedarse.
Si decidimos creer a Nora, si todo lo que ha experimentado ha sido real, podemos dar por semi-explicada la Marcha Repentina, lo que rompería la promesa inicial de los creadores de la serie y buena parte de su esencia. En este caso la ciencia ha encontrado la gran respuesta (una dimensión paralela), lo que generaría un punto de vista filosófico nuevo de lo más enriquecedor y un sinfín de preguntas sin respuesta.
Lo fascinante de la teoría es la diferencia de actitudes entre los que se marcharon y los que se quedaron. Tenemos una dimensión en la que ha desaparecido el 2 % de la población mundial y que entra en la espiral destructiva de histeria colectiva y desesperación descrita a lo largo de toda la serie. Al otro lado del espejo lo opuesto. Un mundo en el que el 98 % de la población se ha evaporado en el que los «leftovers» han adoptado una actitud constructiva. Esto supone unas pinceladas realmente innovadoras y sugerentes sobre el retrato del ser humano que intenta reflejar la serie. Una leve herida puede desencadenar el caos más absoluto y sacar a relucir la estupidez, el egocentrismo y las miserias del mundo, sin embargo ante un escenario de debacle total es cuando el ser humano ofrece lo mejor de sí mismo y su máximo potencial en pos de la supervivencia.
Pero si lo que cuenta Nora es cierto y existe una máquina en la otra dimensión que permite regresar ¿Por qué ha vuelto solo ella?, ¿Por qué no lo ha hecho público y ha desvelado al mundo la solución al gran misterio? Demasiadas preguntas que dejan abierta la interpretación de que todo sea una fantasía catártica con la que Nora al fin ha pasado página y ha asumido la pérdida de su familia.
El tercer punto de la discordia tiene nombre propio: Laurie. Muchos de los cogieron un especial cariño al personaje habrán sonreido al descubrir que al final decidió seguir viviendo, una vía que nadie había descartado por completo pero que hace perder mucha fuerza dramática a «Certified», para muchos el episodio más intenso y memorable de la temporada. Tampoco es incoherente que esa llamada telefónica de sus hijos se haya convertido a la postre en el último cabo con el que la terapeuta se ha aferrado a la vida, pero Lindelof ha sacrificado una despedida antológica dentro de la decisión que más controversia va a crear: Un final feliz.
Volvemos al tema de la sorpresa. ¿Vale la pena intentar sorprender como objetivo priotario? Realmente creo que hoy todos esperábamos sentirnos un poco rotos por dentro. «The Leftovers» ha sido muchísimas cosas pero ante todo una historia realmente triste, devastadora y deprimente. Hubiese aplaudido hasta que me doliesen las manos si los Culpables Remanentes hubiesen tenido razón desde el principio y me hubiese parecido igualmente sublime que ninguno de ellos pudiera saborear su postrera victoria pero al final no ha sido así. Tengo que ser sincero y me chirría bastante que la serie más deprimente de la historia de la televisión termine con un mensaje esperanzador y sencillo como «El amor siempre nos salvará».
Un amor triste y postrero, taciturno y triste que llega tarde al igual que esas palomas pero que acaba llegando y empujándonos en esa labor tan dura que es vivir.
Esperaba un final más oscuro, a la altura de la valentía de la que ha hecho gala una serie de difícil digestión orgullosa de serlo pero las pequeñas decepciones del lugar del destino jamás conseguirán borrar las sensaciones del viaje. Sigo pensando que Lindelof es un creador único y superlativo en el que pesan mucho más sus virtudes que sus defectos y que «The Leftovers» es su gran obra maestra. Inigualable, conmovedoramente humana y capaz de estimular cerebros y corazones como ninguna otra obra ha conseguido hasta el momento.
Gracias a Damon Lindelof, Tom Perrotta, Mimi Leder, Max Richter, Justin Theroux, Amy Brenneman, Carrie Coon, Christopher Eccleston y todos y cada uno de los que han hecho posible esta experiencia. Gracias HBO España y Movistar Series por habernos permitido disfrutar de ella de la mejor manera posible. Gracias a todos vosotros, lectores por participar y hacer sentir vuestro apoyo y calor.
Hoy todos hemos perdido algo. Hoy es nuestro particular 14 de Octubre. Feliz día de la Marcha.
Detalles del episodio:
- El primer gran momento emotivo del episodio tiene como protagonista a Matt y la confesión de sus miedos más profundos a su hermana. Al reverendo le aterroriza morir, perder a su familia y no ver crecer a su hijo, miedos muy racionales a los que no había prestado atención mientras duró su locura. Magistral cierre a la evolución y al cambio radical del personaje. Enorme Christopher Eccleston.
- En una serie donde ha predominado la abundancia de desnudos masculinos (Lindelof se ha convertido en uno de los abanderados a la hora de normalizar este clásico tabú cinematografico) el último episodio nos brinda el desnudo integral de Carrie Coon.
- El propio título del episodio, la mirada a cámara de Nora diciendo «Yo nunca miento» y el inicio de la palabra «Stop» en sus labios cuando el líquido alcanza la altura de su cuello son parte de las pequeñas señales que Lindelof y Perrotta siembran para crear ambigüedad y que nunca sepamos del todo si el relato final de Nora es real o no.
- La música vuelve a actuar como perfecto complemento argumental. Cuando Nora descubre que Kevin está buscándola, suena «The Man I Love» interpretada por Billie Holiday. Durante el episodio suenan otros dos temas interpretados por la gran leyenda del Jazz, «Back in Your Own Back Yard» y «Me, Myself and I». La elección de Holiday como protagonista de la banda sonora del episodio podría estar relacionada con su dramática trayectoria personal y su convulsa vida sentimental.
- Durante la boda se entrelazan dos canciones muy distintas pero con casi idéntico título: «I´m Out to Get You» de Robin Trower y «Out to Get You» de Disco Tech. La emotiva escena del baile es acompañada por «I’ve Got Dreams to Remember» del gran Ottis Redding, complementando el tono de jazz clásico predominante en la selección musical del episodio.
- Nora intenta escapar de sus propios sentimientos encerrándose en casa, pero cuando la puerta del baño se atasca, el terror al aislamiento y la soledad sale a la superficie. Otra escena que parece anecdótica y que posee una bella y potente carga metafórica.
- El destino (y Kevin) parecen confabularse rodeando a Nora de muestras de amor como la boda o los mensajes de las palomas. Incluso la monja combate su soledad con las visitas nocturnas de su amante.
- El chivo expiatorio es la última gran referencia bíblica y la metáfora más clara y potente del episodio. Grandioso el momento en el que Nora libera al animal y asume sus errores y pecados cargando simbólicamente con ellos con el tema de Max Richter de fondo.
- «Al menos no lo sacrifican» las notas de humor a lo largo de esta temporada presentes hasta el final.
- La dolencia cardiaca de Kevin es otro bello apunte sobre el personaje. Un corazón que fue siempre defectuoso como metáfora de su torpeza a la hora de amar. La operación y posterior cicatriz es un claro guiño al desenlace de «The Most Powerful Man…»
- Que Kevin haya dejado de fumar definitivamente viene motivado por sus problemas cardiacos pero también puede simbolizar su decisión firme de no volver a huir. El tabaco siempre fue una simbólica vía de escape para él a lo largo de la serie.
- Kevin es el encargado de relatar la situación de cada uno de los personajes y menciona que su padre sigue vivo, pero no hay ninguna alusión a Grace. ¿El amor también ha salvado a Kevin Sr. como parecía intuirse en el comienzo de su relación con la australiana? Nunca lo sabremos, de la misma manera que ella nunca sabrá lo que ocurrió con los zapatos de sus hijos.
- Nora sube al tejado esperando el regreso de las palomas, al igual que los miembros del culto religioso del flashback y Kevin Sr. trás la tormenta. Todos buscaron respuestas mirando al cielo.
- Conociendo las particularidades de la relación de Kevin y Nora, «Te creo» es la declaración de amor definitiva, mucho más que «Te quiero».
- Tanto la búsqueda de Kevin como el aislamiento de Nora se muestran como penitencias autoimpuestas por sus errores, penitencia que llega a su fin en el magistral plano final de la serie. El chivo, símbolo de los pecados y los errores abandona la imagen para dar paso a la llegada tardía de las palomas.
«The Leftovers» Temporada Final puede seguirse en España a través de HBO España y Movistar Series.