Crítica: “Narcos” – Temporada 3

Siglo Veinte, Cambalache

El segundo episodio de la segunda temporada de “Narcos” se iniciaba mostrando a Pablo Escobar en su rutina de aseo diario con el tema “Cambalache” sonando de fondo. La inclusión en la banda sonora del profético y certero tango escrito por Enrique Santos Discépolo en el año 1934, popularizado por míticas voces como las de Carlos Gardel o Julio Soza entre otros, es probablemente la mayor declaración de intenciones insertada a lo largo de su metraje y una de las claves decisivas para comprender los motivos por los que la serie ha conectado de una manera tan generalizada y global con el público.

Relatar la historia del narcotráfico no es otra cosa que ilustrar las evoluciones y el funcionamiento del negocio más lucrativo jamás creado por el hombre. La creación de una economía sumergida que hace el mundo girar, capaz de sustentar países o derrocar y crear gobiernos a su antojo entre muchas otras cosas. En definitiva, la cumbre del sistema capitalista una vez traspasadas cualquier tipo de frontera ética o moral y consecuentemente el retrato más claro, certero y al desnudo del siglo XX en sí mismo.

Este ambicioso punto de partida ya cuenta de por sí con todos los alicientes para resultar más que interesante, a lo que hay que añadir esa eterna fascinación por las historias de ascenso y caída dentro del mundo criminal que tantas experiencias inolvidables ha generado a lo largo de la historia de la literatura o el medio audiovisual. Una fascinación no exenta de cierta simpatía hacia ese tipo de figura capaz de dejar atrás cualquier tipo de escrúpulo y barrera moral para coronar la cima de este aberrante sistema o directamente transgredir sus normas y adaptarlas a su antojo para beneficiarse de él.

De Dillinger a Pablo Escobar, pasando por Scarface, Al Capone, la familia Corleone o el propio Walter White. Personajes reales o de ficción que han conseguido su lugar en el imaginario colectivo ejerciendo una irrestible atracción morbosa que no hay que confundir nunca con el ensalzamiento de sus acciones. Que dichas figuras sean retratadas desde un punto de vista humano (sí, desgraciadamente Escobar o los miembros del cartel de Cali existieron y eran seres humanos) no significa que “Narcos” haga en ningún momento apología del tráfico de drogas, como se ha comentado en algunos sectores alimentando una absurda polémica. No dejan de ser lógicas ciertas reservas (sobre todo por parte del pueblo colombiano) a que un grupo de delincuentes y asesinos que tuvieron en jaque a un país entero cuyas heridas son relativamente recientes acaben convertidos en icónos culturales gracias a un producto de entretenimiento, pero de ahí a la apología hay muchos kilómetros de distancia.

Sin la figura de Escobar y la potentísima interpretación de Wagner Moura eclipsando al resto, la tercera temporada de “Narcos” respira de manera mucho más fluida en su relato gracias a un reparto más equitativo del protagonismo. Al no entretenerse en ser introspectiva respecto a una única figura, los diez episodios pueden centrarse en actuar plenamente como un thriller policiaco relatado de manera excelsa, manteniendo un ritmo creciente y sin altibajos de principio a fin. Sumado a las virtudes anteriormente comentadas, este es sin duda el elemento clave que ha convertido a “Narcos” en uno de los fenómenos televisivos de la época actual: es rabiosamente entretenida y adictiva.

Especialmente destacable es la forma en la que presenta una nueva trama, un nuevo escenario y un sinfín de nuevos personajes. Certera, concreta y sin que el ritmo del relato se resienta en ningún momento. Hasta el último de los secundarios está perfilado de manera ejemplar y con apenas un par de pinceladas quedan más que claros sus objetivos, debilidades y motivaciones a la hora de actuar. A la maestria a la hora de mostrar unos personajes realmente bien trabajados se une una elección de casting que mejora considerablemente respecto a las dos entregas anteriores. Aunque todavía quedan retales de alguna sobreactuación “telenovelesca” y diálogos en castellano en los que es necesario subir bastante el volumen para poder entenderlos, fruto del batiburrillo de acentos y nacionalidades del elenco, el nivel interpretativo raya a un enorme nivel.

Los cuatro patrones que encabezan el cartel de Cali están soberbios y ajustadísimos a sus papeles. Únicamente Francisco Denis cae en pequeñas sobreactuaciones en las escenas en las que muestra su ira (como le ocurría a Wagner Moura) pero rebosa carisma y presencia manejando el timón de la organización criminal junto a Damián Alcázar y unos realmente imperiales Alberto Ammann y Pêpê Rapazote. En el otro bando, Pedro Pascal sostiene el show como la gran estrella en la que se ha convertido junto a un gran Matías Varela, sin duda la gran sorpresa de la temporada cuyo personaje va creciendo de manera exponencial en protagonismo y peso específico en la trama episodio a episodio.

“Narcos” ha pasado con nota la reválida que suponía mantener el nivel empezando prácticamente desde cero y como puro thriller policiaco incluso supera a sus dos anteriores entregas a base de un maravilloso manejo de la tensión (es prácticamente imposible resistirse a ver los tres últimos episodios a modo de maratón), la claridad y crudeza de su relato o su sensación de realismo por medio de un trabajo de ambientación y unos medios de producción realmente espectaculares. Con “House of Cards” iniciando su periodo crepuscular, Netflix ha encontrado en “Narcos” su producto más redondo a todos los niveles para arrebatarle el status de buque insignia de la plataforma.

Que el mundo fue y será un porquería es algo que todos tenemos bastante claro a estas alturas de la película. Mientras nos lo relaten a sí de bien seguiremos disfrutando.

“Narcos” Temporada 3 ya disponible en Netflix

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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