“El Thriller Máximo” por Oscar De La Cruz
Intentaré despachar todo lo accesorio y ajeno a la propia película cuanto antes. Definitivamente sí. “La Isla Mínima” es un peliculón y es española. Una vez dicho esto, evitemos el arrebato recurrente de sorprendernos por ello y el posterior orgullo pátrio entrando, como siempre, en comparaciones con otras filmografías. Por supuesto que sí. “La Isla Mínima” es un thriller. Intentemos evitar de nuevo caer en tópicos rotundamente falsos pero incrustados en nuestra visión del cine español como “…en un país poco acostumbrado a realizar puro cine de género”. Absolutamente sí. Es completamente inevitable recordar “True Detective” por similitudes en trama, entorno y personajes. De nuevo me remito a evitar la suma de los puntos anteriormente mencionados: Olvidarse de tópicos y comparaciones con los americanos y con la serie de Nic Pizzolatto en particular.
De todo ello es facil olvidarse a los pocos minutos de metraje porque la película de Alberto Rodríguez es una obra con más que suficiente entidad y personalidad propia. Lo de “True Detective” ha sido un capricho del azar. Una puñetera casualidad si lo vemos desde el lado negativo por pensar que ha podido restarle “punch” en cuanto a sensacion de originalidad, o bién visto, un complemento a la promoción del film y al boca-oreja. Que te la recomienden con la etiqueta de “El True Detective Español” no deja de ser un gran halago.
Como digo, “La Isla Mínima” contiene tanto, que no quería emplear demasiadas lineas en todo lo que orbita fuera de lo estrictamente cinematográfico. Porque cuando empiezas a desglosar cada aspecto de la película, cuesta un mundo encontrar alguno que flojeé y esa es de las mejores sensaciones que puede experimentar un aficionado al cine. Que todo funcione como un reloj es siempre señal de una buena dirección, por eso el trabajo de Alberto Rodríguez me parece superlativo.
El pilar sobre el que se edifica “La Isla Mínima”, como buen thriller, es el guión. ¿La trama es el colmo de la originalidad? No, ni falta que hace. Pero es un guión de hierro. Ese guión se articula en la investigación del caso y está escrito de tal manera, que nada interfiere en el desarrollo de dicha investigación. Jamás la interrumpe para desarrollarnos personajes o para hacer hincapié en la época en la que se desarrolla la historia. Y tiene mérito porque son matices importantísimos en el film, pero se entrelazan con naturalidad, con pinceladas sutiles y sobre todo elegantes. Es muy dificil incluir denuncia social, retrato de una época y lugar concretos y desarrollo de relaciones personales sin lastrar la trama policial. Lo consigue. A la ubicación temporal contribuye de forma notabilísima un diseño de producción espectacular. Es una gozada fijarse en cada detalle: ropa, coches, bigotes, pegatinas… Todo te situa en el año 1980.
El apartado actoral, sublime. La concha de plata al mejor actor para Javier Gutiérrez será solo el primero de muchos premios y reconocimientos. En otro tipo de actor sería facil calificarlo como el papel de su vida, pero su versatilidad y su talento seguramente nos deparará interpretaciones futuras iguales o superiores en calidad. Raúl Arévalo raya al mismo nivel, aunque su personaje no tenga tantas aristas como el de Gutierrez. Ningún secundario chirría, absolutamente todos suman a la película, aunque nos quedamos con ganas de más tiempo en pantalla de Antonio De La Torre y Nerea Barros. Todo el elenco consigue que nos veamos inmersos en una sociedad rural inhóspita, desconfiada y con muchos esqueletos en el armario.
La fotografía es otra de las joyas del film. Justísimamente premiado el trabajo de Alex Catalán en San Sebastián que ambienta a la perfección una España profunda con texturas tristes, casi de western crepuscular.
Guión, actores ,fotografía. Todos los apartados analizados individualmente rayan la perfección. Pero todos ellos están al servicio de un todo y es la dirección de Alberto Rodríguez la que los cohesiona como una sinfonía. Rodriguéz es cine en estado puro. Nos deja escenas perfectamente diseñadas y rodadas para el recuerdo, como la persecución en coche, esos planos aereos que prácticamente dividen la película en capítulos, los flamencos sobrevolando las marismas y a los personajes, el climax bajo la lluvia… Todo ello para ofrecernos un thriller duro, fascinante, hipnótico, elegante y sobrecogedor.
En definitiva una de las películas del año, española o extranjera, y el mejor thriller, a falta de ver la esperada “Perdida” de David Fincher.
Fuí ayer a ver la película y me pareció un excelente thriller. Muy recomendable. La fotografía es una pasada, la atmósfera resulta asfixiante y te tiene todo el rato en tensión. Y qué decir de las interpretaciones de los actores…. Javier Gutiérrez… brutal y el resto.. Raúl Arévalo, Antonio de la Torre…. muy bien. Me gustó mucho y demuestra que en España se puede hacer muy buen cine. Os animo a verla