Crítica: “El Renacido” (The Revenant)

“Salvaje perfección” por Oscar De La Cruz

Salvaje es el calificativo más adecuado si se intenta definir el nuevo film de Alejandro González Iñárritu en una sola palabra. Por lo que cuenta, por la atmósfera que envuelve todo y por ser una auténtica salvajada también a nivel cinematográfico.

Iñárritu continúa trás “Birdman” esta segunda etapa de exploración de nuevos géneros y más cercana a la industria hollywoodiense con su primera incursión en la recreación histórica sin perder un ápice de personalidad, potenciando más si cabe unas señas de identidad y un estilo de trabajo profundamente marcados. Los que no terminen de conectar del todo con “El Renacido” tendrán a su disposición todos los argumentos esgrimidos habitualmente contra el director mexicano en la época pre-Birdman. Su lento desarrollo, la extremada sencillez de su trama, un aura de excesiva pretenciosidad y el descomunal ego del realizador son factores a los que puede aferrarse todo aquel al que no entusiasme un tipo de cine en el que lo que predomina por encima de todo es un estilo marcadamente autoral y una dirección virtuosa y obsesivamente perfeccionista.

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Autores perfeccionistas hay muchos, pero pocos consiguen alcanzar esa ansiada perfección y ahí es donde Iñárritu parece triunfar en cada nuevo trabajo. Incluso sus mayores detractores deberían quitarse el sombrero porque hoy en día pocos mueven la cámara como él. “The Revenant” es de esas películas en las que lo que más apetece después de su visionado es lanzarse a buscar algún documental que relate el “Como se hizo” para descubrir como narices puede la cámara seguir a un hombre que avanza a pie y acto seguido y sin cortes contemplar un primer plano suyo montado a caballo con esa extraordinaria fluidez o como se planifica una sucesión de planos secuencia que nos introduce literalmente en la escena bélica más sobrecogedora y mejor filmada desde el desembarco de “Salvar al Soldado Ryan”. Por no hablar de la brutal secuencia del oso, posiblemente la más memorable del film y uno de los momentos de mayor tensión y terror que se recuerdan en el cine contemporaneo. No hay un solo plano o encuadre en “El Renacido” que no sea perfecto gracias a los talentos combinados del realizador y el maestro Emmanuel “El Chivo” Lubezki que, renunciando a cualquier fuente de luz artificial y salvo sorpresa mayúscula, conseguirá su tercer Oscar a la mejor fotografía gracias a la poesía y belleza que impregna a los majestuosos paisajes naturales de Canadá y Argentina, transformados en la naturaleza cruel y desatada de una de las más salvajes versiónes del oeste americano jamás vista.

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En el plano argumental, “El Renacido” se estructura bajo una sencillísima trama que guarda similitudes con “Gravity” de Alfonso Cuarón, compatriota de Iñárritu. Una solitaria odisea en pos de la supervivencia contra un entorno terrible hostil que se convierte en un viaje físico y espiritual de redención y en un desafío a la crueldad del hombre, a la naturaleza y a la propia muerte. No existe demasiada información documentada sobre quien fue realmente Hugh Glass por lo que Iñárritu y Mark L. Smith toman lo que pueden de la novela de Michael Punke y añaden unas pinceladas de trasfondo algo convencional, suficiente para elevar la figura del trampero de leyenda americana a auténtico personaje mitológico. Un Ulises que afronta pruebas y evoluciona progresivamente en cuerpo y alma hasta el punto de experimentar tres renacimientos, subrayados en tres poéticas escenas de lo más alegórico (emerger de la tierra, romper el cascarón o ese metafórico parto)

Dicho viaje es la auténtica piedra angular del film. Es lo que le interesa relatar realmente a Iñárritu y ocupa en su totalidad el segundo acto del film pero hay mucho más que rascar dentro de “The Revenant”. No hay que olvidarse que el film arranca como un épico western de venganza de corte clásico y sencillo y el responsable de recordárnoslo es cada aparición de esa bestia parda interpretativa que es Tom Hardy. No se puede hacer más en menos tiempo en pantalla y con ese cerradísimo acento sureño y una brutal presencia consigue componer a un villano despreciable, terrorífico, patético y frágil a partes iguales. También hay su dosis de mensaje ecologista y respetuosa reivindicación de los pueblos indígenas, además de un interesantísimo esbozo de los primeros pasos del peligroso y lucrativo negocio del comercio de pieles en un momento histórico de transición entre el salvajismo y la civilización más industrializada.

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En caso de lograrlo al fin (todo apunta a que este año sí) se abrirá el debate sobre si Leonardo DiCaprio merecía más el Oscar por “El Lobo de Wall Street” que por este nuevo trabajo. Difícil llegar a alguna conclusión ya que no puede haber dos papeles más radicalmente opuestos y poco comparables entre sí. Cierto que su físico resulta mucho más creible como el carismático broker putero y drogadicto Jordan Belfort que como el rudo y experimentado trampero que interpreta aquí. Por mucho vello facial, barro y sangre que esconda su rostro, conocemos lo que hay debajo e incluso a ratos parece que el actor que interpreta a su hijo tenga la misma edad o más que el pero hay que reconocerle un enorme mérito en el papel más físico de su carrera, seguramente el rodaje más exigente y extremo de su vida y por echarse a las espaldas dos horas y media de película sin apenas líneas de diálogo a las que agarrarse. Un trabajo de actuación pura y visceral donde se vacía y lo da todo, mucho más que digno para ser recordado como el que le consiguió su primera estatuilla en el caso de que la Academia así lo considere.

Para quien busque un rato de diversión y entretenimiento en el cine seguramente esta no sea su película, pero el que quiera asistir a una embriagadora lección magistral de técnica cinematográfica debe lanzarse a verla cuanto antes, a ser posible en la pantalla más grande que pueda encontrar.

“El Renacido” (The Revenant) se estrena en España el 5 de Febrero.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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