Celebrando al hombre, al mito y su obra
En una época para el mundo del cine marcado por la inmediatez y la escasez de ideas, cuesta creer que una banda tan fundamental para la historia de la música y una figura tan icónica y fascinante como su líder, no contara con una extensión de su maravilloso legado en forma de relato cinematográfico a lo largo de tantos años. Al cumplirse casi tres décadas de su fallecimiento, el biopic de Freddie Mercury es una realidad tangible, superando y dejando atrás las numerosas y diversas dificultades, las dudas sobre el enfoque del proyecto por parte de las muchas personas implicadas en él o el prematuro despido de su director.
Como ocurre con todos, el género biográfico dentro del cine ofrece ciertas limitaciones pero también múltiples opciones a la hora de afrontar su narrativa. Un ejemplo reciente de biopic original podría ser el “Steve Jobs” de Danny Boyle, que renunciaba a la estructura lineal habitual para capturar la esencia del personaje retratado a través de tres momentos puntuales de su trayectoria. Lejos de cualquier experimento de este estilo a nivel formal, “Bohemian Rhapsody” se adscribe a la estructura más clásica del género, con la única decisión de finalizar su relato en un punto determinado de la historia para cerrar su círculo narrativo.
Aunque Queen y Freddie Mercury sean dos entes prácticamente complementarios e inseparables, “Bohemian Rhapsody” es un biopic del legendario líder de la banda con todas las de la ley, si atendemos a la definición pura del concepto. Un biopic consiste básicamente en la dramatización de la vida y trayectoria de un personaje relevante dentro de la Historia y quizá hay que hacer hincapié en la palabra “dramatización” para comprender que las críticas negativas que ha recibido la película probablemente proceden de unas expectativas bastante alejadas de las propias pretensiones del proyecto.
“Bohemian Rhapsody” es un relato cinematográfico que adopta la estructura clásica del viaje del héroe. Es la historia de su protagonista absoluto con sus inicios, superación de obstáculos, auge, caída y redención final. En este camino no puede faltar un villano y unos aliados para completar una estructura circular básica y fundacional a través de la cual se compone el retrato del sujeto en cuestión con sus luces y sus sombras. Hay comedia (estupendo el chiste que implica a Mike Myers y “Wayne’s World”), hay romance, hay drama y seguramente un buen número de añadidos ajenos a la realidad para la obtención de un producto cuya única voluntad es la de celebrar la vida y la obra de un artista irrepetible en el que el espectáculo y la emoción priman sobre cualquier tipo de precisión documental.
Partiendo de esa base, es lógico que todo aquel que busque en la película el estudio profundo y definitivo sobre el mito reciba el film con bastante decepción. Nadie que conozca mínimamente la trayectoria vital y profesional de Mercury y Queen saldrá de la sala sabiendo más sobre la banda de lo que ya conocía.
La carrera del grupo compone prácticamente su relato a base de anécdotas que no van nunca más allá de como surgieron las idéas para tal o cual canción. De la misma manera, no existe un retrato pormenorizado de cada miembro de la banda, que siempre aparece como un ente tricéfalo que representa, de manera conjunta con Mary Austin y la familia de Mercury, el concepto de “hogar” para el protagonista. De la misma manera, el retrato de Mercury se dibuja a base de trazos básicos y superficiales, buscando la elegancia y sutileza en los aspectos más controvertidos de su trayectoria vital pero sin escamotearlos. Nadie que vea la película podrá decir que no le ha quedado claro que Mercury cayó en una espiral de hedonismo y abuso del sexo, el alcohol y las drogas y que esto se consiga transmitir sin mostrar nada explícito en pantalla supone un enorme mérito en su manejo de la narración y una verdadera lección de interpretación rozando lo extraterreste por parte de Rami Malek, más que el defecto que muchos han querido ver.
Gobernando la película de principio a fin, Malek se mimetiza por completo con el personaje a nivel físico y gestual a base de un trabajo minucioso de caracterización y dominio corporal pero donde realmente alcanza la excelencia es a la hora de mostrar la fragilidad y el desamparo ocultos trás el exceso y la teatralidad de un hombre cuyo objetivo vital fue escapar de la soledad y sentirse amado.
Dejando de lado cualquier tipo de debate alimentado por el morbo y con las cartas boca arriba, “Bohemian Rhapsody” funciona de manera contundente como experiencia visual y musical . Con una labor de cámara y montaje realmente enérgica y con las canciones del grupo como omnipresente banda sonora que acompaña y resalta cada porción de la historia hasta desembocar en un clímax arrollador que vuela muy alto a nivel emocional cuando artista y obra se funden en un todo y surge la magia en todo su esplendor.
“Bohemian Rhapsody” se estrena en España el próximo 31 de Octubre.
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