Crítica: «Terminator Génesis»

«Vieja y obsoleta» por Oscar De La Cruz

Dentro del conservadurismo y la preocupante falta de ideas nuevas que asola Hollywood en la actualidad, llega un nuevo intento por resucitar la mítica saga de ciencia ficción iniciada por James Cameron. Consciente del enorme peso en el imaginario colectivo de las dos primeras entregas, cualquier espectador quedaría más que satisfecho si esta nueva entrega consiguiera situarse por encima en cuanto a calidad de las tibias «Terminator 3» y «Terminator: Salvation».

Todo lo bueno que tiene «Terminator Génesis» se condensa en su primer acto, orquestado de tal manera que consigue funcionar fantásticamente como secuela, como homenaje nostálgico a las dos primeras películas y como reinicio total de la saga. En una valiente y arriesgadísima decisión, utilizando el recurso de los viajes en el tiempo, la película dinamita por completo la linea argumental marcada desde el comienzo dejando ante sí un lienzo en blanco donde poder reinventar absolutamente todo, desde la trama a la personalidad de los personajes.

Una cuidadísima recreación del inicio de la primera película, incluido el impresionante Schwarzenegger joven digital, sirve como fondo para mostrar una estupenda entrada en escena del nuevo cyborg encarnado por Arnold y una persecución bien resuelta, aprovechada de paso para homenajear al mítico T-1000 y todas sus características, uniforme de policía incluido. También dibuja ante nuestra mirada un Kyle Reese y una Sarah Connor completamente nuevos, especialmente esta última cuyo retrato se compone mezclando a la fragil dama en apuros a la que hay que proteger con la guerrillera de armas tomar en la que se convierte posteriormente, con toques añadidos del joven John Connor de «Terminator 2» y su interesante relación paterno-filial con la máquina encargada de su protección. Un recurso de guión que en cierto modo descarga a Jai Courtney y Emilia Clarke de la responsabilidad de igualar en carisma a Michael Biehn y Linda Hamilton, evitando en gran medida una comparación en la que claramente saldrían perdiendo.

Es una verdadera lástima que a partir de ahí la película se derrumbe por completo. El mencionado lienzo en blanco pasa a convertirse en un «Todo vale» desastrosamente desarrollado cuando el guión pasa convertirse en un pifostio de lineas temporales alternativas tan incomprensible que ni el mismísimo Doc Brown sería capaz de explicar con diez pizarras. Sin un mínimo de coherencia a la que aferrarse para avanzar y con la única sorpresa narrativa convenientemente destripada en el tráiler, el espectador queda tan fuera de la historia que solo le queda la opción de centrarse en un espectaculo de acción bastante rutinario, excesivo y carente de emoción. Entre explosiones, disparos y una extrañísima persecución de helicópteros de movimientos completamente inverosímiles, queda tiempo para comprobar (como ocurría en las secuelas de «Matrix») como las reglas básicas de la saga acaban también apisonadas al hacer evolucionar hasta tal punto la tecnología utilizada por las máquinas, que queda transformada prácticamente en magia. Cualquier recurso sacado de la chistera vale para crear nuevas amenazas, aparentemente indestructibles.

Salvo honrosas excepciones como «Mad Max», parece cada vez más inevitable que la resurrección de títulos míticos del pasado que lograron hacerse su hueco en la historia del cine, únicamente pueden optar en la actualidad a convertirse en olvidables entretenimientos de consumo rápido. Al menos siempre nos quedará Schwarzenegger. Sea un T-800 o un T-Yayo, aunque ya no pueda casi ni moverse y su personaje quede relegado progresivamente a secundario cómico con un desenlace que roza el ridículo, Arnold es y siempre será Terminator. Aún le basta con su presencia para reivindicar, al igual que su personaje, que puede estar viejo pero no obsoleto. Por desgracia eso no puede decirse de una saga que a día de hoy parece vieja, obsoleta, muerta y enterrada.