Crítica: “El Cascanueces y los Cuatro Reinos”

Disney y la búsqueda de la belleza

Con la secuela de “¡Rompe Ralph!” como gran apuesta de Disney para reventar las taquillas en Diciembre, su cuento puramente navideño para este año adelanta su estreno y llega a las pantallas anticipándose un mes a tan señaladas fechas. El cuento escrito por E.T.A. Hoffman en 1816 “El Cascanueces y el Rey de los Ratones”, posteriormente reversionada por Alejandro Dumas y finalmente convertida en uno de los ballets más representados en la historia gracias a la inmortal música de Chaikovsky, es la base para que el estudio configure un vehículo perfecto en el que ofrecer una mezcla precisa y equilibrada de sus principales valores, tanto los fundamentales desde su creación como los adquiridos en la época moderna.

“El Cascanueces y los Cuatro Reinos” utiliza la esencia del relato original como sencillo cuento de hadas a través del cual mostrar la importancia del nucleo familiar como base fundamental del individuo y la alteración de este como detonante del conflicto interior (en este caso la pérdida de la figura materna) para desarrollar la posterior aventura en pos de su superación. Dicho relato se desarrolla a través de una protagonista femenina de caracter fuerte, independiente y determinado, cuyas principales armas son la inteligencia y el conocimiento científico y que, aunque necesita y admite ayuda y colaboración, jamás adopta un papel pasivo a la espera de que alguien solucione el problema por ella.

Este perfil de protagonista que demandan los tiempos actuales y que la compañía se afana en repetir en bucle intentando derribar por completo el concepto clásico de “Princesa Disney”, casi pidiendo disculpas por su existencia, aparece una vez más como leitmotiv de la película de manera conjunta con la búsqueda de la belleza excelsa a la que aspira toda obra de arte en su vertiente más clásica.

Utilizando como espejo ejemplos de lo más ancestral como “Fantasía”, a la que la película guiña el ojo de manera más que evidente incluso en uno de sus planos, “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” hace uso de la música clásica y el ballet como herramientas y máxima representación de dicha belleza en manos de la gente más capacitada posible. La inmortal música de Chaikovsky es un juguete ideal en manos de James Newton Howard para añadir una nueva obra maestra a su ya portentoso currículum, con la aportación de los mayores talentos actuales en su ámbito como el director de orquesta Gustavo Dudamel y el pianista Nang Nang como guinda del pastel musical.

Con el excelso tratamiento de la música y dos bellos números de ballet a cargo de Misty Copeland sumados al espectacular diseño de producción y al trabajo de vestuario, dos directores de gusto y formas eminentemente clásicas como Lasse Hallström y Joe Johnston se encargan de manera conjunta de dar forma a una especie de remake encubierto de la reciente “Alicia en el País de las Maravillas” de Tim Burton, de la que replica buena parte de su estructura argumental para enriquecer de acción y espíritu aventurero al relato.

De la misma manera que le ocurría a “Alicia”, el desarrollo de una trama demasiado trillada y formulaica es el factor que hace que en un momento dado se le vean demasiado las costuras y haga flojear al conjunto, junto a unos personajes bastantes puntos por debajo del carisma que Disney acostumbra a presentar. Salvo el magnetismo y la fuerza de la joven Mackenzie Foy y una Keira Knightley completamente desatada y a favor de obra en una deliciosa sobreactuación, el resto del elenco actúa como simple acompañamiento y se echa en falta el habitual buen hacer de Disney a la hora de componer secundarios realmente inolvidables. Ni siquiera Morgan Freeman y Helen Mirren tienen demasiada cancha y tiempo en pantalla para demostrar mucho más que su arrolladora presencia escénica.

Cumple de sobra como experiencia audiovisual cercana al síndrome de Stendhal, aunque deja la sensación de ser infinitamente más bella que divertida. Hace gala de recursos que funcionan de manera espectacular en lo narrativo y visual como esa terrorífica e ingeniosa representación del Rey de los Ratones, los inquietantes payasos “matrioska” o esa carpa de circo móvil de forma humanoide, pero vista como un todo, a “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” quizá le falta ese puntito extra para entrar en el top de cuentos rotundamente inolvidables de Disney.

“El Cascanueces y los Cuatro Reinos” se estrena en España el 31 de Octubre.

@reyesdelmando Los Reyes del Mando
@Oscar_DLC Oscar De La Cruz

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